Lo primero en llegar fue como un
olor a mar. Un cierto sabor a olas grandes de océano que seguramente habían
viajado en varias tempestades. Uno cerraba los ojos y las olas de espuma
estallaban allí mismo, tan cerca de uno que se sentía la humedad. Entonces
empezaron los preparativos.
La gente se fue juntando y fueron
hasta la entrada del pueblo. Para eso los barcos llegaba poco a poco, para que
se arme la fiesta.