La sentencia es una pieza de
estructura clásica. Teatro de tesis, teatro de la palabra, y por sobre todo lo
demás; teatro para la polémica. No busca tan sólo presentar un problema sino
dar una respuesta. Bien estructurada, con diálogos jugosos y por momente de una
profundidad no común, quizás su pecado mayor sea no haber ahondado más en la
vertiente que insinúa en la polémica teológica sobre la existencia o no del
alma en el semen. La dilucidación de este intríngulis, semejante al de si a los
ángeles tienen espaldas cuando lo que está en juego es la vida de un niño por
nacer, opera como el “extrañamiento” de Brecht posponiendo el melodrama y
convocando el raciocinio. (Extracto de la Nota : Revisando la sentencia,
por Errea. Diario Río Negro, 10 de Septiembre de 1986)