“Una de las mayores
representaciones modernas de la figura del lector es la del detective privado
del género policial. Y no me refiero a la lectura en sentido alegórico
(Sherlock Holmes lee unas huellas en el piso), sino al acto de leer palabras
impresas y descifrar signos escritos en un papel.” (Ricardo Piglia)
En “El hielo delgado”, si se
intenta descifrar los signos escritos en el papel concentrándose en los
personajes que se desplazan a lo lardo de cada uno de los cuentos, se
vislumbrará la proliferación paulatina y sutil del entretejido textual.
Los relatos, que presentan
historias distintas, en tiempos diferentes, parecen ser independientes pero le
ofrecen al lector, a cada paso, una serie de pistas que cohesionan en sentido
global, el que variarña con cada lectura en virtud del camino interpretativo
que cada destinatario decida seguir. Los recuerdos de los personajes en la voz
de un narrador se transforman, de esta manera, en el recurso por excelencia
adoptado por el escritor para sembrar las puntas de ese hilo que orienta la
construcción del sentido. Por Marcela Larrañaga