Su escritura data de largo
tiempo; los poemas de María Cristina flores han macerado en la quietud: no hay
palabra que sobre, ni silencio que falte. Convergen en su obra la mirada
filosófica y la mística, contrastando la fertilidad del pensamiento lógico con
la hondura de las averiguaciones extáticas. Sus versos nos traen la canción
olvidada, nos obligan a reflexionar sobre la idea de lo visible.
La profundidad de la piedra no
tiene límites. La autora quiere ver y además respirar en la espesura del bosque
para que todo lo perdido nazca nuevamente. La Torre de los Pájaros se abre ante nosotros como
una partitura secreta.